Tornar a actualitat

Savall enardece Salzburgo con Beethoven

29/08/2023
Savall enardece Salzburgo con Beethoven

Mark Pullinger, 8 de agosto de 2023

El maestro catalán Jordi Savall hace gala de una gentil presencia en el escenario. A sus 82 años se mueve grácilmente, entrando en la Großer Saal de la Stiftung Mozarteum con una tímida inclinación de cabeza hacia el público antes de besar la mano de Lina Tur Bonet, concertino de Le Concert des Nations. El estilo de dirección de Savall no es nada pretencioso, trazando movimientos elegantes con la batuta y sin acaparar en ningún momento la atención. Aun así, el resultado es el Beethoven con instrumentos de época más fogoso que he oído desde que Teodor Currentzis llevó musicAeterna a The Proms en 2018. Se da la coincidencia de que el propio Currentzis también dirige este mismo día en Salzburgo: tales son las decisiones odiosas que hay que tomar en el Festival.

¿Cuándo fue la última vez que oyeron tocar la Eroica en la primera mitad de un concierto? Esta obra maestra revolucionaria liberó la sinfonía del siglo XVIII. Una lucha épica y una marcha fúnebre trágica son superadas en un final boyante, con una coda triunfal que presagia una segura ovación al término del concierto. De acuerdo con nuestra base de datos, la Eroica solamente ha figurado en el primer lugar del programa de dos conciertos en las dos últimas temporadas, uno de los cuales ha sido precisamente el de los protagonistas de esta velada.

Pese a la sobriedad del gesto de Savall, la salva de timbales (Riccardo Balbinutti) convoca a todo el mundo a una interpretación enérgica e impetuosa. Las cuerdas –tan solo 32 instrumentos– muerden con sonido tendinoso y mascado, con Tur casi fuera de su asiento, a veces girada para espolear a sus violines. En este conjunto bastante joven, la melena gris del flautista Marc Hantaï emerge como excepción entre los vientos de madera, sentados en una sola fila delante de los metales y timbales.

El oboe de Paolo Grazzi emite un llanto lamentoso en la Marcia funebre, movimiento que crece hasta desatarse en una ira feroz, previa al bullicio del scherzo y un trío en el que las tres trompas roncan pesadas. Las variaciones de Prometeo en el final flotan ligeras –en una increíble articulación de las flautas– y el jugueteo hasta la línea final es exuberante. No ha sido una interpretación perfecta –no todas las trompas afinan cada nota y se producen algunos momentos desaliñados del conjunto– pero es Beethoven tocado con fogosidad y genio, merecedor de una ovación de pie… Pero justo hemos llegado al intermedio.

¿Cómo superar la Eroica? Con la Quinta Sinfonía, claro, y su motivo del destino punzonado con martilleos aguzados. Existen momentos más suaves en el primer movimiento áspero, sobre todo en la expresión lírica del breve soliloquio del oboe, pero en su conjunto, la pieza se presenta animada y angulosa. Las trompas rascan en el scherzo, mientras que el pataleo atlético de los cuatro contrabajos dibuja unas amplias sonrisas y sacude los pupitres traseros de los segundos violines situados directamente delante.

Savall, con ademán aparentemente impertérrito, introduce un momento teatral al final, poniendo de pie las trompetas y los trombones para sus proclamas triunfales. Este movimiento también asiste a la llegada tardía de los integrantes extremos de los vientos de madera: un obús de contrafagot que recurre a su adusta línea de bajo y el pícolo punzante a cargo del integrante mayor de la sección. La interpretación ha sido palpitante y el sentido de exultación contagioso. Hay que vivir para asistir a conciertos como este.